‘El clan de los Poe’, la obra más popular de Moto Hagio llega, a España en una magnífica edición de Tomodomo Ediciones que permite descubrir la fuente original de la que beben muchos shôjo 

“El tiempo sigue su curso y, aunque hayan transcurrido décadas, yo amanezco igual…”. Las afectadas palabras de Edgar, protagonista de ‘El clan de los Poe‘, bien podrían aplicarse a la propia obra de Moto Hagio (Fukuoka, 1949). La dibujante es una de las integrantes destacadas del conocido como Grupo del 24, la generación de autoras que en los años 70 del pasado siglo renovó el shôjo manga, el cómic japonés para chicas, con nuevas temáticas y enfoques. Hagio cinceló su nombre entre las leyendas del manga precisamente con el título que acaba de traer a España Tomodomo Ediciones, una colección de relatos oscuros y líricos cuya alargada sombra estética y narrativa se sigue proyectando décadas después sobre las nuevas hornadas de autores.

Cuenta Ana María Caro, traductora de la obra, que cuando ‘El clan de los Poe’ se publicó originalmente en una revista para público juvenil femenino, pasó bastante desapercibida. Cuando se recopiló como tomo, en 1974, el fenómeno se desató: el primer volumen vendió en un solo día 30.000 ejemplares, la tirada entera. La clave fue que la descubrieran universitarios, un perfil al que no iba destinada, pero que supo apreciarla por encima de etiquetas y la convirtió en un fenómeno de culto.

Brilli-brilli en los ojos

¿Qué encontraron en sus páginas, que tanto les fascinó? En lo argumental, la historia de dos jóvenes hermanos, Edgar y Merrybelle, sobre los que pesa la maldición de los vampirnellas: seres por los que no pasa el tiempo y que necesitan de la sangre humana para continuar con vida. A diferencia del original de Bram Stoker, estas criaturas tratan resistirse a su instinto y evitar las víctimas, puesto que en la discreción está la clave de la supervivencia de su reducida familia. Ambos recorren a lo largo de varios siglos, y con toda la intensidad que les da su condición de eternos adolescentes, una bucólica Europa de jardines románticos.

En lo estético, Hagio contribuyó a asentar las bases de muchos de los recursos que aún hoy distinguen el shôjo: fondos floridos (en este caso, con total justificación por las predilección de los vampirnellas por las rosas), escenas vaporosas y miradas rebosantes de reflejos. Y aunque Tezuka ya introdujo el gusto por los ambientes cortesanos en ‘La princesa caballero’ (1953), sin duda tanto ‘La Rosa de Versalles’ (ECC) de Riyoko Ikeda como este título contribuyeron al gusto japonés por las ambientaciones europeas.

Aunque quizás resulte menos interesante para un lector actual y casual que las magníficas antologías de Hagio publicadas anteriormente por Tomodomo (‘¿Quién es el undécimo pasajero?’ y ‘Catarsis’), ‘El clan de los Poe’ emana el aroma seductor de los clásicos.

Artículo publicado originalmente en la revista Z